Ya he vuelto, he estado una semana en Italia, la mayor parte del tiempo en Florencia. Han sido unas vacaciones muy esperadas, todo muy divertido: relajados paseos, descubrir parques y ciudades, comer cosas nuevas y holgazanear, lo malo ha sido que ha sido una semana de ciática, al principio molesta y el último día incapacitante, ya en Madrid, visita a urgencias y pinchazo en el culo, y tengo intolerancia a esta practica, dolor y movimiento reducido.
En este viaje he visto la nueva casa de mi hermana, en el barrio de Lecure, que es muy tranquilo, las vistas desde la casa eran Florencia con la cúpula del duomo y las colinas de Fiesole (mas pueblecito).
He aprovechado para dormir mucho, pasear renqueando y visitar Bolonia y Venecia, me han encantado las dos, tenía mejor concepto de la primera que de la segunda, por lo cutre que me parece la imagen de romántico-emotivismo que rodea a esta ciudad, tal que casi todo el mundo tiene por “súper-romántica” y preciosa, a la que ir de luna de miel, blablabla, me hacía vomitar el pensar en lo artificial de mantener una ciudad decorado en la que los turistas capullos tuvieran una especie de parque temático en el que montar en góndola, hacerse sus fotos, gastarse una pasta en recuerdos, y todas esas cosas, pero la verdad es que me ha impactado, el descubrir el origen, el saber que fue una potencia económica y militar, el ver la suntuosidad imposible de sus palacios, el alarde de riqueza del duomo y del palacio del duce, todo en una ciudad decadente con la podredumbre de la laguna sobre la que se asienta cada vez mas insalubre, el olor a mar y a río, pero que a pesar de ser decadente conserva vida autóctona: institutos, universidad, viviendas reales, alguna carnicería, con sus rincones de pueblo,… la verdad es que me ha encantado, excepto el puente Rialto, que de verlo en algún cuadro de Canaleto o similar, a su estado actual pierde mucho, me quedo con el puente Vecchio, aunque en Venecia también tienen el puente de los suspiros, por el que pasaban los condenados tras el juicio, y es tan bonito por fuera…
Bolonia me ha gustado mucho, pero también es cierto que iba predispuesto después de haber visto algún documental por la tele, es colorada con sus calles amplias, y su bullicio, menos turistas que en Florencia y muchos menos que en Venecia, placitas encantadoras e iglesias impresionantes.
En Florencia, la visita consistió en pasear, ir a bares y mercados, y aprender a no perderme, el jardín de Boboli ha sido todo un hallazgo con su aspecto abandonado y cuidado a la vez y unas vistas inmejorables, los picnics en los parques han sido deliciosos, aunque no conserve documento gráfico del momento.
En este viaje también he descubierto una agenda especial, me la ha regalado mi hermana y ya forma parte de mi vida, es diferente: con el suave tacto del papel y la cubierta similar a cuero, es mi nueva guía y con ella pretendo vivir una existencia organizada y alcanzar el centro, ante sus páginas eres el señor Orr delante de su cuaderno portugués.
Quiero volver y espero que sea pronto, me han tratado muy bien, mi hermanita y sus amigos, me han dado de comer tanto que tardare en perder esos kilitos, decir que voy a aprender italiano que ya me vale y que he estado muy a gusto, ahora a estudiar mucho después de recuperarme de la ciática.